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A veces me siento una superheroina capaz de todo y otras una estúpida que elige con el corazón y ninguna lógica. Hago lo que creo que está bien, producir alimento, picar leña, llenar mi despensa y alguna más. Hago lo que más me gusta: cultivar, meter las manos en la tierra, esconderme en el bosque, abrir la ventana y sentir la montaña, escuchar el agua del río y los pájaros. No gano apenas dinero pero me alimento muy bien. Entender la vida en el campo como un negocio es un contrasentido, aqui, solo vivir, sobrevivir, poco más. Llevo cestas a un par de tiendas y a unas pocas clientas con las que tengo lazos de corazón, y lo menos importante es el dinero, aunque luego me hace falta, como a todas hoy en dia. Les llevo pan verduras y conservas y siempre vuelvo plena con lo que me dan a cambio. En la soledad de la montaña es muy importante la relación con otras personas. Cada martes, yo me relaciono.

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